Por Marco Antonio Medina Pérez
El combate contra la delincuencia es un tema de singular trascendencia para nuestra sociedad, sobre todo porque en las últimas décadas se dejó crecer a los grupos criminales con gran impunidad, por la vía de la corrupción, y en medio de un crecimiento desalmado de la extrema pobreza en que se hundió a vastos sectores de la población, lo que generó un extenso caldo de cultivo para que afloraran la desesperación y la salida equivocada para muchísima gente.
La corrupción y la impunidad, por un lado, y la desigualdad social fueron ubicadas como las principales causas a combatir por el gobierno del presidente López Obrador y por los distintos gobiernos estatales que ha venido ganando MORENA, que ya suman 16 y a los que podrían sumarse 6 más el próximo domingo.
Provenir del mismo signo político que el presidente de la República no sólo tiene importancia política, sino que añade un plusvalor a la toma de decisiones y a la definición de estrategias en materia de seguridad pública.
Los logros que se han obtenido a nivel federal hablan por sí mismos. Similares logros se han obtenido en varias entidades federativas. Es el caso de Veracruz, la alineación lograda entre los órganos de procuración de justicia (Fiscalía estatal), de impartición de justicia (Tribunal Superior) como del propio gobierno estatal, en un solo haz estratégico para combatir a la delincuencia ha sido el añadido fundamental para detener los índices delictivos en un primer momento y disminuirlos en algunos casos.
Lo anterior viene a cuento por las críticas que ha recibido en las últimas semanas la licenciada Hernández Giadáns, fiscal general de Veracruz, que hacen caso omiso del desempeño global que ha tenido en todo este tiempo, desde septiembre de 2019 en que sustituyó a Jorge Winckler, y pretenden evaluarla únicamente por un caso o dos. Así las cosas, se podría aplicar lo que decía mi abuela Josefa, la gente es injusta, podrás tener mil aciertos y no te dirán que eres el mejor, pero por un error te dirán que eres el peor.
Nadie puede decir en estos momentos que se ha ganado la batalla en contra de la delincuencia, pero se han obtenido muchos logros al detener la incidencia delictiva en algunos rubros y aminorarla en otros. Así ocurre con los homicidios registrados en nuestro estado. En un ejercicio realizado por este columnista con base en los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Incidencia delictiva | Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública | Gobierno | gob.mx (www.gob.mx)), comparando los primeros cuatro meses de cada año, desde 2015 al actual, se observa que el promedio mensual delictivo de los homicidios en general y los homicidios dolosos alcanzaron su punto máximo en 2018 (212 y 134 respectivamente). Una y otra cifra se ha conseguido disminuir a estas fechas (a 164 y 74), pero la disminución mayor ha sido de los homicidios dolosos, que son de mayor impacto (-45%), que en los homicidios en general, 23% menos.
Donde se observa un logro mayor es en el delito de secuestro. En la época dorada de Winckler hubo hasta 33 secuestros mensuales en el primer cuatrimestre de 2019. En la época de Hernández Giadáns se han reducido a 4 en promedio en los primeros meses de este año.
Otro caso similar es el delito de robo de vehículo, que tuvo su punto máximo en 2017 (891 casos en promedio mensual), pero a la fecha se encuentra en 478, una disminución de 46%. De igual forma la incidencia en robo de ganado ha pasado en ese mismo periodo de 71 a 46 casos, 40% menos.
En robo a casa habitación y feminicidios hay una clara tendencia a la baja de 6 y 18% respectivamente, aunque con menor ritmo.
Todo ello nos permite hacer una evaluación mucho más objetiva del trabajo de la Fiscal Hernández Giadáns, sabiendo no obstante que esa instancia de procuración de justicia es de las más observadas por la sociedad y más sensible a los ojos de la opinión pública.
marco.a.medinaperez@gmail.com