¿Qué es lo que pasa en el PRI?
Por: Edgar A. Barrera
Correo electrónico edgaralks@gmail.com
Tuxpan, Ver.- Lamentable lo que ocurre en el PRI, son tiempos difíciles por los que transita el priismo veracruzano, y en Tuxpan no es distinto. No es raro escuchar a militantes y simpatizantes del tricolor, preguntarse con frustración a quienes deberán culpar por la inminente derrota en las elecciones del próximo 4 de junio.
Responder este cuestionamiento en principio pareciera simple, pero es mucho más complejo que sólo culpar a la desastrosa administración que encabezó Javier Duarte de Ochoa, nadie puede negar que rompió los parámetros que en materia de corrupción pudimos haber imaginado, pero en mucho contribuyó la permisibilidad de que pudo gozar. ¿Cómo no reclamar la ausencia de los controles políticos y jurisdiccionales que habrían impedido tanto desorden e impunidad?
En el ambiente político del puerto se respira el abandono en el que se ha dejado a los militantes, que hoy participan en otros proyectos políticos ante la simulación de quienes intentan vestirse con piel de oveja, renegando del partido que desgastaron con su “lealtad” y con sus “actos”, porque es claro que el problema nunca son los partidos, sino los ciudadanos, dirigentes y representantes que lo integran.
Hoy en Tuxpan sucede lo impensable, la disputa increíblemente está centrada en quienes acompañarán Gabriela Arago Gibb, la virtual candidata de la Coalición “Que resurja Veracruz” integrada por el PRI-PVEM, pues habiendo dos planillas, una por cada uno de estos partidos, los connotados priistas hoy aspiran a un puesto en el cabildo tuxpeño por el verde, y nada queda ya de los siete orgullosos aspirantes que participaron en el proceso de selección interna del PRI para obtener la candidatura a la alcaldía.
En el puerto como en muchos otros municipios del estado, lo que faltó es un serio trabajo de análisis político de quienes embarcaron en esta aventura a la dirigencia estatal, para que se sorteara con éxito el penoso resultado que hoy se advierte inevitable, pero Renato Alarcón Guevara parece sentirse muy cómodo con el papel de sepulturero de un partido en el que no se observa ni la estrategia ni el rumbo, ese que se supone marcaron con sus propuestas los senadores Héctor Yunes Landa, y en menor medida, José Francisco Yunes Zorrilla.
Lo que más se lamenta en el priismo, es que esta vez se hayan cedido todavía más posiciones a un partido verde, en donde la mano que mece la cuna nada tiene que ver con el cuidado y la protección del medio ambiente, sobre todo cuando muchos de los malos priistas en el estado, esos a los que les precede un negro historial, se han ido a refugiar a ese instituto para vestirse de ovejas y seguir simulando.
Lo que faltaba… Recupero parte del último párrafo que sobre el “Caso Duarte” y como articulista invitado, el senador Héctor Yunes Landa publicó en diversos medios de comunicación el pasado domingo 16 de abril de 2017: “Deseo, con toda mi convicción, que pronto podamos concretar el pleno funcionamiento del Sistema Nacional Anticorrupción, para evitar que se repitan estos lamentables casos de corrupción y abuso de poder… ”
Interesante será conocer la versión que en estos días ofrezca el legislador, para aclarar las imputaciones que se le hacen en la columna Línea Caliente del periodista Edgar Hernández, donde se le vincula con la entrega de fuertes sumas de dinero por parte del ex gobernador Javier Duarte en Casa Veracruz, sobre todo porque lamentablemente se trata del presidente de la Comisión de Anticorrupción y Participación Ciudadana del Senado.
Y es que la corrupción no es una cosa menor, se trata de un fenómeno que en México ha profundizado la desigualdad social, incrementado la violencia y minado la confianza en las instituciones; según un estudio de la Organización de los Estados Americanos representa un costo cercano al 10% del PIB del país y de acuerdo con el INEGI constituye la segunda preocupación que tienen los mexicanos, sólo detrás de la seguridad.