Samuel Aguirre Ochoa
El día de ayer se pudieron observar en las redes sociales fotografías y videos en los que se ve a un solitario Cuitláhuac García Jiménez, presumiendo los avances de las obras que está llevando a cabo: la reconstrucción del tramo carretero Benito Juárez-Zontecomatlán, obra que fue iniciada hace tres meses pero que los avances son insignificantes, así como la conclusión del centro de salud de la comunidad de Candelaria, Zontecomatlán, obra que estaba prácticamente concluida y que la inversión realizada también fue insignificante e hizo el anuncio del programa carretero de la Huasteca veracruzana.
Podemos conformarnos aludiendo al refrán “algo es algo, dijo el calvo, cuando un pelo le salió”; pero tratándose de un gobierno que maneja más de 128 mil millones de pesos de presupuesto, no podemos conformarnos con tan poca obra, debemos exigir que dicho presupuesto se invierta en muchas obras que redunden en beneficio de los veracruzanos.
Lo primero que hay que preguntarse es, ¿por qué el gobernador cuando asiste a las obras en las comunidades, sea inauguración o revisión de obras, no invita a la población?, ¿por qué anda acompañado sólo de los funcionarios y algunos trabajadores? Se comenta que teme acercarse a la población, enfrentar la problemática que vive la gente, dar respuestas a las necesidades y escuchar las inconformidades de la multitud, es decir, no tienen la paciencia ni la entereza para enfrentar la difícil situación que atraviesan las comunidades.
Si lo que se está invirtiendo es solo para concluir pequeñas obras, ¿en dónde está el dinero presupuestado en el Congreso del Estado? Algunos comentaristas se han hecho esta interrogante y han planteado diversas hipotesis, que van desde suponer que el estado le está dando dinero a la Federación para los programas de transferencia monetaria directa, razón que explica tanto apapacho del presidente López Obrador hacia el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, hasta posibles desvíos de recursos para eventos como el Salsa Fest, o que se estén sudando los recursos en los bancos para quedarse con los intereses generados. Sea lo que sea, la situación es delicada, pues al no haber inversión pública en obras los efectos negativos son múltiples: de un lado, no hay progreso en los pueblos y colonias, condenando a la población a vivir sin los servicios públicos elementales para una vida digna, y de otro, no se generan empleos tan necesarios para los veracruzanos.
Los programas sociales anunciados por el presidente de la República ayudan a la población, sin embargo, no resuelven el problema de la pobreza ni de la marginación. Aunado a esto, los mensajes del presidente López Obrador no generan certidumbre ni confianza para las inversiones de las empresas privadas, lo que implica que tampoco se generen empleos en este sector, por el contrario, se han perdido miles de empleos tanto en el sector público como en el privado, como se ha venido informando a través de diversos medios.
A todo esto, hay que sumarle que fue recortado el presupuesto a todos los ayuntamientos de Veracruz, lo que implica que tampoco podrán hacer mucha obra, argumentando que dicho recurso se requiere para la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía.
No se puede condenar a los pueblos marginados a vivir en el lodo sin calles pavimentadas, en la insalubridad sin agua potable ni drenaje, en la oscuridad sin luz eléctrica, sin aulas dignas, en condiciones de vivienda deplorables o sin un lote en el cual construir su casa, sin apoyos reales al campo, sin suficientes hospitales, etc. Todo para que el presidente de la República y el partido al que pertenece el Ing. Cuitláhuac García, hagan uso clientelar de los programas sociales, con el propósito de tener coptada a la gente recibiendo dinero para que voten por sus candidatos en los próximos procesos electorales.
Los pueblos y colonias deben darse cuenta de este aberrante abuso del poder y protestar enérgicamente para que haya un cambio en la política social, pues de lo contrario para los siguientes años no habrá crecimiento económico, lo que traerá como consecuencia mayor desempleo, mayor pobreza y todas las consecuencias que esta acarrea.
Los antorchistas ya han estado protestando por esta situación y se están preparando para hacerlo de una manera más enérgica y obligar al gobierno estatal a que se invierta el dinero del erario en obras de beneficio colectivo ahí donde hagan más falta, no se conformarán con anuncios de pequeñeces como los hechos el día de ayer en la Huasteca veracruzana, exigirán lo que por ley el gobierno está obligado a hacer: dotar de servicios a la población en general y en particular a las zonas marginadas y pobres.